RUTA ROMANA Introducción El objetivo de esta ruta romana es dar a conocer la historia de Tarragona mediante sus principales monumentos conservados de aquella época, momento de máximo esplendor de la ciudad, que consiguió en diciembre del año 2000 la declaración de Patrimonio Mundial por la UNESCO para el conjunto arqueológico romano de Tárraco.
Historia Tarragona entra en la historia con los romanos, aunque en el siglo V a. de C. ya existía un poblado ibérico. En el marco de la segunda guerra púnica, en el año 218 a. de C., Cneo Cornelio Escipión desembarcó en Tarragona y estableció una guarnición que acabaría siendo, con el tiempo, la principal base militar de Hispania. Desde aquí se conquistó la Península Ibérica a lo largo de los siguientes 200 años y penetró la civilización latina por toda Hispania. En el siglo II a. de C. se estructuró también la ciudad, con la construcción de la muralla y la definición de la red de calles. Su importancia fue creciendo a lo largo de los siglos II y I a. de C. con la llegada de nuevos pobladores. Recibió el título de colonia de manos de Julio César, probablemente en el año 45 a. de C. En los años 26-25 a. de C. el emperador Augusto residió aquí, dirigió las luchas contra cántabros y astures y gobernó el Imperio, por primera vez, desde fuera de la misma Roma. En esta época se producen nuevas transformaciones urbanísticas, entre las que destacan la reforma de la red viaria, la construcción del teatro y la erección del altar testimoniado por las fuentes clásicas. En los siglos I y II d. de C. Tárraco, como capital de la provincia de Hispania citerior -la más grande del Imperio, comprendía más de media Península Ibérica-, alcanzó una gran importancia y la máxima expansión urbana. La ciudad se llenó de monumentos: el foro fue ampliado, se construyeron termas públicas y el anfiteatro. Además, en la acrópolis se edificó el grandioso complejo arquitectónico del foro provincial y el circo. También se construyó el famoso templo de Augusto, del cual habla Tácito, que sirvió de ejemplo para todas las provincias del Imperio y que fue restaurado por el emperador Adriano en la visita que efectuó en los años 122/123 d. de C. En el año 259 fueron martirizados en el anfiteatro el obispo Fructuoso y sus diáconos Augurio y Eulogio. Consta que ya existía una comunidad cristiana bien organizada. La crisis del siglo III afectó Tárraco y se constatan incendios, tanto en la capital como en algunas villas del campo. La ciudad se recuperó lentamente a lo largo de los siglos IV y V, pero algunas zonas quedaron definitivamente abandonadas. De esta época son monumentos notables como la villa tardorromana de Centcelles y la necrópolis paleocristiana con las dos basílicas. Es un momento en el cual el poder del obispo de Tarragona, como primado de Hispania, alcanza un papel predominante. La importancia de Tárraco ha quedado reflejada en los monumentos que la historia nos ha legado. El tiempo, y sobre todo la evolución de la propia Tarragona, han propiciado la desaparición de muchos de ellos. En los últimos años, se trabaja en su revalorización para mostrarlos al público, conscientes de su importancia.
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