LA RUTA DE LOS PRIMEROS CRISTIANOS DE TARRACO Tarragona es una ciudad mediterránea situada junto al río Francolí con una población de unos 150.000 habitantes y una altitud media de setenta metros sobre el nivel del mar. Su clima benigno, su privilegiada posición geográfica y su carácter acogedor fueron alabados ya por los clásicos. El poeta romano Publio Virgilio decía, refiriéndose a la ciudad: «Pues mirad, me ha encantado su hospitalidad: creo que incluso para aquellos que han viajado mucho, es el más agradable de todos los lugares propios para el reposo”.
Ocupada por los romanos en el siglo III a. de C., fue elevada, en el siglo I a. de C., a capital de la Provincia Hispania Citerioris o Tarraconensis; a raíz de este hecho, alcanzó gran poder y prestigio. En el siglo III se documenta una comunidad cristiana que irá cobrando una gran importancia a partir de la época tardorromana como sede metropolitana y primada. Tras la época visigótica y con la irrupción islámica la ciudad fue abandonada. A partir del siglo XII se llevó a cabo, de manera efectiva, su restauración. Fue en los siglos XIII y XIV cuando la ciudad experimentó un gran crecimiento y su gobierno municipal se hizo fuerte. A partir del siglo XV Tarragona experimentó una fuerte recesión. Durante la época moderna se consolidó como una importante plaza militar sufriendo las vicisitudes propias del momento (ataques de corsarios, pestes y las guerras de los Segadores y de Sucesión). En 1811 fue ocupada por los ejércitos napoleónicos tras un asedio feroz. Durante el siglo XIX experimentó una progresiva recuperación demográfica y económica. En la actualidad, Tarragona se erige como un importante núcleo industrial, comercial y turístico de gran vitalidad. En el año 2000 sus monumentos romanos fueron declarados Patrimonio Mundial de la UNESCO. En el 2007 el papa Benedicto XVI concedió un año jubilar (2008-2009) a su iglesia diocesana con motivo de la celebración del 1750 aniversario del martirio del obispo Fructuoso y de sus diáconos Augurio y Eulogio, quemados vivos el 21 de enero del año 259 bajo la persecución de los emperadores Valeriano y Galieno. La ciudad y su iglesia diocesana les invitan a conocer este magnífico patrimonio y a seguir las huellas de nuestros mártires a través de este itinerario. FRUCTUOSO, OBISPO DE TARRAGONA, Y AUGURIO Y EULOGIO, DIÁCONOS Las Actas de martirio del obispo Fructuoso y sus diáconos Augurio y Eulogio narran que el domingo 16 de enero del año 259, bajo la persecución de los emperadores Valeriano y Galieno, el gobernador de la provincia Tarraconense ordenó el encarcelamiento del obispo de la ciudad, Fructuoso, y de sus dos diáconos, Augurio y Eulogio. En la cárcel recibieron la visita y la asistencia de la comunidad cristiana. También en la misma cárcel el obispo bautizó a un catecúmeno llamado Rogaciano. El 21 de enero, viernes, los mártires fueron conducidos a la presencia del gobernador Emiliano para ser juzgados. En un juicio rápido e inflexible, el obispo y los diáconos fueron condenados a morir quemados vivos en el anfiteatro. La comunidad cristiana acompañó a los mártires al suplicio mientras rezaba por ellos. Fructuoso y sus diáconos, seguros de la salvación que les esperaba, se entregaron al martirio de una forma abnegada y valiente. Rezaron por la Iglesia universal y reconfortaron a la comunidad con la promesa de que nunca les faltaría pastor y que el amor y la promesa del Señor estarían siempre presentes. La comunidad cristiana recogió sus restos y los enterró en el cementerio del río Francolí. La Passio Fructuosi debe entenderse como un documento literario cristiano en el que se funde el testigo directo de aquellos que presenciaron el proceso martirial de los santos tarraconenses, la consulta directa de las actas públicas del proceso por parte del redactor y un trasfondo piadoso añadido que terminó por dar forma a la narración. Son las actas martiriales más antiguas de la Península Ibèrica. Desde la época tardorromana el culto de san Fructuoso de Tarragona se extendió por todo el mundo romano, y a partir de la época medieval y moderna, por el resto del mundo. El culto más fuerte de san Fructuoso se encuentra en la actualidad en Cataluña, Aragón, Occitania y el norte de Italia. Además, también se documentan comunidades en Latinoamérica.
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